Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino. Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, mas otras apenas vemos entre un paso y otro. A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.
Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos. El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá, que nos muestra lo que es la vida. Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros. Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien. Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.
Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies. Más también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca. Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra. El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones.
Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.
Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrán de los que no nos dejarán nada. Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.
martes, 13 de noviembre de 2007
poemas
Algunas amistades son eternas
Algunas veces encuentras en la vida una amistad especial: ese alguien que al entrar en tu vida la cambia por completo. Ese alguien que te hace reír sin cesar; ese alguien que te hace creer que en el mundo existen realmente cosas buenas. Ese alguien que te convence de que hay una puerta lista para que tú la abras. Esa es una amistad eterna...
Cuando estás triste y el mundo parece oscuro y vacío, esa amistad eterna levanta tu ánimo y hace que ese mundo oscuro y vacío de repente parezca brillante y pleno. Tu amistad eterna te ayuda en los momentos difíciles, tristes, y de gran confusión. Si te alejas, tu amistad eterna te sigue. Si pierdes el camino, tu amistad eterna te guía y te alegra. Tu amistad eterna te lleva de la mano y te dice que todo va a salir bien. Si tú encuentras tal amistad te sientes feliz y lleno de gozo porque no tienes nada de qué preocuparte. Tienes una amistad para toda la vida, ya que una amistad eterna no tiene fin.
Algunas veces encuentras en la vida una amistad especial: ese alguien que al entrar en tu vida la cambia por completo. Ese alguien que te hace reír sin cesar; ese alguien que te hace creer que en el mundo existen realmente cosas buenas. Ese alguien que te convence de que hay una puerta lista para que tú la abras. Esa es una amistad eterna...
Cuando estás triste y el mundo parece oscuro y vacío, esa amistad eterna levanta tu ánimo y hace que ese mundo oscuro y vacío de repente parezca brillante y pleno. Tu amistad eterna te ayuda en los momentos difíciles, tristes, y de gran confusión. Si te alejas, tu amistad eterna te sigue. Si pierdes el camino, tu amistad eterna te guía y te alegra. Tu amistad eterna te lleva de la mano y te dice que todo va a salir bien. Si tú encuentras tal amistad te sientes feliz y lleno de gozo porque no tienes nada de qué preocuparte. Tienes una amistad para toda la vida, ya que una amistad eterna no tiene fin.
viernes, 9 de noviembre de 2007
la guerra helenica
Las causas.
El origen de este ultimo gran intento de los griegos por sacudirse la tutela macedonia se sitúa en el momento en que Alejandro Magno, poco antes de su muerte, hace saber a los estados griegos su decisión de que deberán permitir el regreso de todos los exiliados.
Este comunicado se leyó oficialmente en Olimpia, durante el transcurso de la feria del 324 a.C. (la feria de Olimpia se celebraba al mismo tiempo que los juegos), causando un gran escandalo por la violación(1), flagrante, que suponía de lo "acordado" con Filipo (en uno de los principales artículos fundacionales de la Liga de Corinto, que dejaba claramente establecida la total independencia de las ciudades griegas). El decreto de Alejandro excitaba así las pasiones de unos griegos que, encabezados por los atenienses, comenzaron a prepararse para la guerra, a reclutar un ejército que lanzar contra las escasas fuerzas de que disponía Antípatro, gobernador de Macedonia, en Grecia. Alejandro todavía tuvo tiempo de ordenar la movilización, construcción, de una inmensa flota de 1.000 navíos(2) para doblegar de una vez el orgullo de Grecia. Poco después moría el rey en Babilonia, por desgracia para los griegos la cohesión de imperio se mantendrá todavía lo suficiente, el tiempo justo, hasta reducir a la obediencia a la mayor parte de los estados rebeldes.
El comienzo.
Dos factores vinieron a facilitar el cauce por el que transcurrió el inicio de la revuelta. Por un lado, en Atenas se encontraba, en deposito, el dinero traído por Hárpago, sustraído a Alejandro, y que había comprado un sin numero de voluntades en la ciudad (3). Con este dinero se podría contratar a los mas de diez mil mercenarios que Leóstenes (13) había traído a Grecia, al Ática, escapando de las represalias de Alejandro (4). Leóstenes, por otra parte, no escatimaba esfuerzos en movilizar a sus compatriotas a favor de la guerra, bien con la persuasión, bien comprando sus voluntades. Entre él e Hipérides consiguieron empujar a la ciudad, tras confirmarse la muerte de Alejandro, a declarar la guerra a Macedonia. Los etolios fueron los primeros que respondieron a la llamada de la revuelta, Demóstenes, mientras tanto, exiliado por el anterior gobierno ateniense, emprendía de motu propio un viaje al Peloponeso para buscar entre los griegos aliados a los que unir a la causa (12).
Leóstenes, gran y experimentado general, condujo a las fuerzas atenienses a Beocia, allí, en un primer encuentro, beocios y macedonios fueron rechazados. El avance ateniense les llevo hasta mas alla de las Termópilas, en donde de nuevo se volvió a chocar con las fuerzas de Antípatro, quien, en una clara inferioridad (disponía de 13.000 infantes y 600 jinetes contra los 20.000 y 1.500 respectivamente de Leóstenes), fue derrotado y rechazado hasta la ciudad de Lamia (7), en donde el general macedonio se atrinchero (fue rodeado y cerrado con una empalizada) en espera de los refuerzos que solicito a Leonato y Antígono (11).
Todavía intento entre tanto Antípatro salir por su pie del cerco, solicitando a Leóstenes las condiciones para una tregua o rendición, el ateniense respondió que solo admitiría una rendición, pero incondicional.
El origen de este ultimo gran intento de los griegos por sacudirse la tutela macedonia se sitúa en el momento en que Alejandro Magno, poco antes de su muerte, hace saber a los estados griegos su decisión de que deberán permitir el regreso de todos los exiliados.
Este comunicado se leyó oficialmente en Olimpia, durante el transcurso de la feria del 324 a.C. (la feria de Olimpia se celebraba al mismo tiempo que los juegos), causando un gran escandalo por la violación(1), flagrante, que suponía de lo "acordado" con Filipo (en uno de los principales artículos fundacionales de la Liga de Corinto, que dejaba claramente establecida la total independencia de las ciudades griegas). El decreto de Alejandro excitaba así las pasiones de unos griegos que, encabezados por los atenienses, comenzaron a prepararse para la guerra, a reclutar un ejército que lanzar contra las escasas fuerzas de que disponía Antípatro, gobernador de Macedonia, en Grecia. Alejandro todavía tuvo tiempo de ordenar la movilización, construcción, de una inmensa flota de 1.000 navíos(2) para doblegar de una vez el orgullo de Grecia. Poco después moría el rey en Babilonia, por desgracia para los griegos la cohesión de imperio se mantendrá todavía lo suficiente, el tiempo justo, hasta reducir a la obediencia a la mayor parte de los estados rebeldes.
El comienzo.
Dos factores vinieron a facilitar el cauce por el que transcurrió el inicio de la revuelta. Por un lado, en Atenas se encontraba, en deposito, el dinero traído por Hárpago, sustraído a Alejandro, y que había comprado un sin numero de voluntades en la ciudad (3). Con este dinero se podría contratar a los mas de diez mil mercenarios que Leóstenes (13) había traído a Grecia, al Ática, escapando de las represalias de Alejandro (4). Leóstenes, por otra parte, no escatimaba esfuerzos en movilizar a sus compatriotas a favor de la guerra, bien con la persuasión, bien comprando sus voluntades. Entre él e Hipérides consiguieron empujar a la ciudad, tras confirmarse la muerte de Alejandro, a declarar la guerra a Macedonia. Los etolios fueron los primeros que respondieron a la llamada de la revuelta, Demóstenes, mientras tanto, exiliado por el anterior gobierno ateniense, emprendía de motu propio un viaje al Peloponeso para buscar entre los griegos aliados a los que unir a la causa (12).
Leóstenes, gran y experimentado general, condujo a las fuerzas atenienses a Beocia, allí, en un primer encuentro, beocios y macedonios fueron rechazados. El avance ateniense les llevo hasta mas alla de las Termópilas, en donde de nuevo se volvió a chocar con las fuerzas de Antípatro, quien, en una clara inferioridad (disponía de 13.000 infantes y 600 jinetes contra los 20.000 y 1.500 respectivamente de Leóstenes), fue derrotado y rechazado hasta la ciudad de Lamia (7), en donde el general macedonio se atrinchero (fue rodeado y cerrado con una empalizada) en espera de los refuerzos que solicito a Leonato y Antígono (11).
Todavía intento entre tanto Antípatro salir por su pie del cerco, solicitando a Leóstenes las condiciones para una tregua o rendición, el ateniense respondió que solo admitiría una rendición, pero incondicional.
la guerra helenica
Las causas.
El origen de este ultimo gran intento de los griegos por sacudirse la tutela macedonia se sitúa en el momento en que Alejandro Magno, poco antes de su muerte, hace saber a los estados griegos su decisión de que deberán permitir el regreso de todos los exiliados.
Este comunicado se leyó oficialmente en Olimpia, durante el transcurso de la feria del 324 a.C. (la feria de Olimpia se celebraba al mismo tiempo que los juegos), causando un gran escandalo por la violación(1), flagrante, que suponía de lo "acordado" con Filipo (en uno de los principales artículos fundacionales de la Liga de Corinto, que dejaba claramente establecida la total independencia de las ciudades griegas). El decreto de Alejandro excitaba así las pasiones de unos griegos que, encabezados por los atenienses, comenzaron a prepararse para la guerra, a reclutar un ejército que lanzar contra las escasas fuerzas de que disponía Antípatro, gobernador de Macedonia, en Grecia. Alejandro todavía tuvo tiempo de ordenar la movilización, construcción, de una inmensa flota de 1.000 navíos(2) para doblegar de una vez el orgullo de Grecia. Poco después moría el rey en Babilonia, por desgracia para los griegos la cohesión de imperio se mantendrá todavía lo suficiente, el tiempo justo, hasta reducir a la obediencia a la mayor parte de los estados rebeldes.
El comienzo.
Dos factores vinieron a facilitar el cauce por el que transcurrió el inicio de la revuelta. Por un lado, en Atenas se encontraba, en deposito, el dinero traído por Hárpago, sustraído a Alejandro, y que había comprado un sin numero de voluntades en la ciudad (3). Con este dinero se podría contratar a los mas de diez mil mercenarios que Leóstenes (13) había traído a Grecia, al Ática, escapando de las represalias de Alejandro (4). Leóstenes, por otra parte, no escatimaba esfuerzos en movilizar a sus compatriotas a favor de la guerra, bien con la persuasión, bien comprando sus voluntades. Entre él e Hipérides consiguieron empujar a la ciudad, tras confirmarse la muerte de Alejandro, a declarar la guerra a Macedonia. Los etolios fueron los primeros que respondieron a la llamada de la revuelta, Demóstenes, mientras tanto, exiliado por el anterior gobierno ateniense, emprendía de motu propio un viaje al Peloponeso para buscar entre los griegos aliados a los que unir a la causa (12).
Leóstenes, gran y experimentado general, condujo a las fuerzas atenienses a Beocia, allí, en un primer encuentro, beocios y macedonios fueron rechazados. El avance ateniense les llevo hasta mas alla de las Termópilas, en donde de nuevo se volvió a chocar con las fuerzas de Antípatro, quien, en una clara inferioridad (disponía de 13.000 infantes y 600 jinetes contra los 20.000 y 1.500 respectivamente de Leóstenes), fue derrotado y rechazado hasta la ciudad de Lamia (7), en donde el general macedonio se atrinchero (fue rodeado y cerrado con una empalizada) en espera de los refuerzos que solicito a Leonato y Antígono (11).
Todavía intento entre tanto Antípatro salir por su pie del cerco, solicitando a Leóstenes las condiciones para una tregua o rendición, el ateniense respondió que solo admitiría una rendición, pero incondicional.
El origen de este ultimo gran intento de los griegos por sacudirse la tutela macedonia se sitúa en el momento en que Alejandro Magno, poco antes de su muerte, hace saber a los estados griegos su decisión de que deberán permitir el regreso de todos los exiliados.
Este comunicado se leyó oficialmente en Olimpia, durante el transcurso de la feria del 324 a.C. (la feria de Olimpia se celebraba al mismo tiempo que los juegos), causando un gran escandalo por la violación(1), flagrante, que suponía de lo "acordado" con Filipo (en uno de los principales artículos fundacionales de la Liga de Corinto, que dejaba claramente establecida la total independencia de las ciudades griegas). El decreto de Alejandro excitaba así las pasiones de unos griegos que, encabezados por los atenienses, comenzaron a prepararse para la guerra, a reclutar un ejército que lanzar contra las escasas fuerzas de que disponía Antípatro, gobernador de Macedonia, en Grecia. Alejandro todavía tuvo tiempo de ordenar la movilización, construcción, de una inmensa flota de 1.000 navíos(2) para doblegar de una vez el orgullo de Grecia. Poco después moría el rey en Babilonia, por desgracia para los griegos la cohesión de imperio se mantendrá todavía lo suficiente, el tiempo justo, hasta reducir a la obediencia a la mayor parte de los estados rebeldes.
El comienzo.
Dos factores vinieron a facilitar el cauce por el que transcurrió el inicio de la revuelta. Por un lado, en Atenas se encontraba, en deposito, el dinero traído por Hárpago, sustraído a Alejandro, y que había comprado un sin numero de voluntades en la ciudad (3). Con este dinero se podría contratar a los mas de diez mil mercenarios que Leóstenes (13) había traído a Grecia, al Ática, escapando de las represalias de Alejandro (4). Leóstenes, por otra parte, no escatimaba esfuerzos en movilizar a sus compatriotas a favor de la guerra, bien con la persuasión, bien comprando sus voluntades. Entre él e Hipérides consiguieron empujar a la ciudad, tras confirmarse la muerte de Alejandro, a declarar la guerra a Macedonia. Los etolios fueron los primeros que respondieron a la llamada de la revuelta, Demóstenes, mientras tanto, exiliado por el anterior gobierno ateniense, emprendía de motu propio un viaje al Peloponeso para buscar entre los griegos aliados a los que unir a la causa (12).
Leóstenes, gran y experimentado general, condujo a las fuerzas atenienses a Beocia, allí, en un primer encuentro, beocios y macedonios fueron rechazados. El avance ateniense les llevo hasta mas alla de las Termópilas, en donde de nuevo se volvió a chocar con las fuerzas de Antípatro, quien, en una clara inferioridad (disponía de 13.000 infantes y 600 jinetes contra los 20.000 y 1.500 respectivamente de Leóstenes), fue derrotado y rechazado hasta la ciudad de Lamia (7), en donde el general macedonio se atrinchero (fue rodeado y cerrado con una empalizada) en espera de los refuerzos que solicito a Leonato y Antígono (11).
Todavía intento entre tanto Antípatro salir por su pie del cerco, solicitando a Leóstenes las condiciones para una tregua o rendición, el ateniense respondió que solo admitiría una rendición, pero incondicional.
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